sábado, 5 de diciembre de 2009

De vuelta


Hace un mes que llegué a Chile. Hace más de un mes que el blog quedó suspendido, abandonado.
Pero la vida no perdió intensidad. Todo lo contrario, un yo movilizado se sumergió en la vorágine del cambio, de la readaptación, de los reencuentros.
La despedida de Argentina fue dolorosa. Paloma dijo que una parte de mi quedaría por siempre en Buenos Aires y sé que tiene razón. Tanta, que creo será imposible no ir a visitarla cada cierto tiempo.
Las últimas dos semanas en Buenos Aires fueron de recorridos turísticos tal como en el principio, pero con más conocimiento de causa, de la ciudad, de la ciudadanía y con la presencia de mis padres, Benjamín y luego de Puran.
Volví a transitar por las calles de un Baires cultural, bohemio, ajeno y propio a la vez. Efectivamente experimenté en esos días una muerte simbólica. La partida fue ruda, desgarradora, apegada, con un vacío gigante en el corazón que gracias al apoyo de mi familia y Puran se suavizó y transmutó en profundo agradecimiento.
Al aterrizar en Santiago, con el paso de las horas, me di cuenta que a veces llegar es más difícil que partir. Hoy con la distancia de los últimos 30 días todavía me despierto sin saber a ciencia cierta si estoy en el dormitorio de Córdoba 2980 o en la casa de mi hermana Bonifaz. Si debo programar mi día en función de la práctica yóguica con Víctor, la reuniones con Daniela o Marina, el mate con Rejane, la cerveza en el bar de Cao o focalizarme en terminar el ensayo para Flacso y gestionar nuevamente dinero en este Chile que exuda Navidad, elecciones, consumo, fin de año, rostros cansados.
De a poco voy retomando los lazos, el ritmo, diferente al de Argentina, muy diferente al mío antes del viaje. A ratos me enredo en la falta de estabilidad, me angustio y por lo mismo agradezco no haber pensado jamás en este momento cuando decidí soltar todo y largarme. De haberlo hecho, probablemente nunca habría corrido el riesgo de cruzar la coordillera y después de siete meses volver a nacer.
Mi día a día es incierto y para sobrellevarlo me aferro a la sensación de sorpresa. Muy en el fondo, pese a las dudas y al juego trastornado de la mente, mi corazón susurra que todo está moviéndose como debe ser. Que sigo en el camino correcto y que más temprano que tarde comenzarán a resolverse los pendientes. Es una certeza muy íntima que palpita con fuerza cuando logro traspasar mi cabeza y los miedos que ella figura. Es la segunda certeza real que tengo en mi vida. La primera fue cuando decidí tomar el avión en el último abril.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Transformación

Anoche soñé que moría. Buenos Aires se inundaba de a poco. Como en una película en cámara lenta la lluvia arrasaba con casas, calles, edificios.
Corte directo: yo postrada en una cama. Mi mamá sujetaba mi mano y lloraba silente; detrás, distante, mi padre. Yo acostada también lloraba y repetía en voz baja "tranquila, todo va a estar bien, estoy bien". Puran observaba desde el otro costado.
Desperté con mi cara mojada por las lágrimas. Afuera la lluvia caía y sentí que la muerte, como el arquetipo de la transformación y el cierre definitivo se anidaba en mis emociones manifestadas en agua.
La despedida siempre es agónica.

viernes, 16 de octubre de 2009

Detenido

Son las dos de la mañana. Hace una hora terminó el concierto del grupo de jazz de Javi. Tremendos músico, mi amigo tremendo compositor. Fue divertido entrar en el juego de adivinar quienes eran los autores de los temas. La creación de Javier, fusión perfecta entre lo latinoamericano y el soul clásico, me resultó inconfundible. Cómo él dijo, no fueron en vano 12 clases de armados de canciones. Nos conocimos al punto de reconocernos.
Bajo del taxi y en el edificio abandonado del frente del hostal suenan golpes. Como si alguien martillara o diera patadas a las tablas. Entro a mi casa, me lavo los dientes. Me pongo a escribir esta crónica y escucho gritos. Una patrulla y tres policías obligan al sujeto que está dentro del inmueble a salir, a dejar de hacer quilombo. "Salí o te sacamos a balas". Del interior aparece un tipo que desde mi ventana se ve joven. Lo tiran al suelo, lo esposan. Uno de los patrulleros fuma un cigarrillo. Empiezo a elocubrar sobre los motivos que tiene un sujeto para atraer de esa forma la atención de la policía, en vez de quedarse piola en el edificio de tres pisos que solía ser una peluquería. ¿Será que hay quienes extrañana la cana? ¿o la necesitan para dormir? ¿será que no tenía que comer mañana? ¿será que estaba con paco o empastado como decimos allá?.
Ahora hay dos patrullas y al menos cinco policías. El sujeto es sólo uno, sentado en la puerta del edificio, disminuido, rodeado por la autoridad.

lunes, 5 de octubre de 2009

Lo aprendido

Buenos Aires comienza otra vez a entibiarse. A ratos nos envuelve en una brisa casi marina, como esas frescas del puerto de Caldera a las tres de la tarde.
Estas dos semanas se han vuelto más formales que todos los meses vividos en Argentina. Estoy de cabeza trabajando en el documento final para Flacso. La guitarra se ha mantenido en silencio no por hastío, sino por cansancio. Es una etapa de repliegue para observar el camino recorrido y los esfuerzos realizados. Comienza mi evaluación y en esta acción intento mantener el centro en el presente que me queda.
Hasta antes de viajar a Chile sentía que habían muchos temas por resolver. Que el tiempo se agotaba y que debía correr contra él para no dejar cabos sueltos. La ida y venida me mostró entre otras cosas que estoy preparada para el regreso. Que lo que queda por descubrir lo encontraré en una nueva etapa, con otras interacciones, en el escenario que reúne mi antigua y lo que será la futura vida.
De Buenos Aires me llevo, principalmente, la convicción de que cada vez que nos adentramos más y más en el camino del corazón para algunos, el camino de la consciencia para otros, aparecen compañeros de ruta dispuestos a alivianar tu carga. Y a veces quedan atrás quienes fueron tus escoltas, acompañantes de otros viajes y aprendizajes. No es en ningún caso triste ni violenta la despedida. Es un desapego natural lleno de agradecimiento por lo vivido.
Me llevo también la bendición de haber abierto, a través de la práctica yóguica, mi corazón más allá de lo dimensionado. De haber descubierto el amor incondicional por la existencia y los seres que la componen. Sin expectativas ni demandas. Solo entregando esa energía por la felicidad del gesto.
Me voy con los afectos de Reje, Dani, Marina. Con los almuerzos en el hostel a las 14, el mate y las cervezas de media semana en el barsito de Cao de calle Independencia con Matheu. Me voy con el miedo vencido de mostrar mi canto y la certeza de que la música es mi máxima expresión creativa, pero no la única. Me devuelvo con ganas de gestar en lo más íntimo y público del concepto. Con la princesa resuelta y la guerrera despierta, pero ya no más a la defensiva. Regreso en paz.

martes, 29 de septiembre de 2009

Asisi

Asisi murió el domingo 20 de septiembre cerca de las cuatro de la mañana, a dos días de cumplir 82 años. Hace unos cinco meses vivía con mis papás en Copiapó, un tiempo bendito que sirivió para que ella y mi mamá se acercaran y limaran sus desafectos de tanto tiempo.
Las últimas semanas mi abuela había decidido darle las buenas noches a mi vieja con un beso para así saldar la deuda de los besos no dados durante más de cincuenta años. Estaba lista, plena, resuelta, con su corazón más abierto que nunca. Fueron muchos los regalos que nos dejó, entre ellos la música y el canto, el amor por los hijos y los nietos, la posibilidad de un reencuentro familiar inesperado.
Esa tarde de domingo mis padres partieron desde Copiapó a La Serena para realizar el funeral. Yo tomé el primer vuelo a Chile. Al vernos con mi mamá nos fundimos en un abrazo largo. En él sentí su pena profunda por la pérdida, mezclada con el agradecimiento de nuestro encuentro. Por primera vez la contuve, pude darle consuelo, tal como ella lo ha hecho conmigo durante tantos episodios de mi vida.
En medio del duelo y las circunstancias yo me esforzaba por aterrizar en mi país. Fue todo demasiado rápido, un parto prematuro. Supongo que no estaba preparada para regresar antes de lo previsto, menos para tener reencuentros con familiares, amigos, con las calles, los paisajes, la cordillera. Pero de a poco fui sintiéndome cada vez más en casa.
Tras unos días en el norte con mis papás, regresé a Santiago. Ahí apareció un nuevo estado de shock. Regresé al barrio donde tenía mi antigua vida y aunque lo reconocí me sentí tan extrajera. Extranjera a ratos también entre mis amigos. Yo muy hacia dentro y la mayoría como siempre, como solíamos ser todos, muy hacia afuera. Entre medio la bendición de compartir con mis hermanos y Celeste, quien llenó mi alma y suavizó mis días. La posibilidad de encontrarme con mi amigo íntimo y disfrutarnos en la polaridad de los silencios y las conversaciones.
Por unos días me sumergí en una pausa, un paréntesis, una oportunidad de evaluación, de revisión del trabajo hecho durante estos meses. Y ahora, de vuelta en Baires, aún un poco mareada, intento retomar mi vida para rearmar huestes y seguir adelante.
Siento que la despedida de Asisi, que en árabe significa Amada, fue una bienvenida a múltiples reencuentros, a una serie de revelaciones, de conclusiones finales. El más hermoso legado, de todas las herencias y gestos de amor que mi abuelita nos dio durante su vida. Agradecida.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Celebración

El sábado comenzó con clases en Flacso, saludos de compañeros de aula y un almuerzo con Mauro y Pancha (mis amigos chilenos del posgrado), Paloma y Kari (las socias porteñas). Brindamos a la salud del festejo, los afectos, la vida buena que nos ha tratado a todos bien en estos meses.
En casa me encontré con una veintena de correos electrónicos, demostraciones de cariño de gente cercana e insospechada que abrigaron mi 12 de septiembre. Tras un chequeo rápido partí a la jornada de meditación en Yoga Sadhana, luego a comprar los insumos para la noche: paltas y tomate del guacamole, nachos, el tradicional queso filadelfia con soja y sésamo, galletas, maní, birras por supuesto.
En el hostel la mayoría de los chicos y chicas estaban en plena celebración, calentando motores con algunas cervezas. Rejane y Glaucia me ayudaron a preparar la merienda y de a poco se fueron sumando todos nuestros "convivientes". Fue mágico. De tanto en vez veía aparecer en escena a mis hermanos, a Dani con quien había hablado por teléfono unas horas antes. A Karin, Marianella, Juanito y Pao, a Puran. A la Canelo con su "hola gordis, feliz cumpleaños" y a la Naty con el "amiga liiiinda, feliz cumpleaños, que se le cumplan todos sus deseos, sobre todo los más oscuros y ricos (RISAS)". Hoy supe que Marita celebró esa noche sus treinta y algo con parte del grupo y que durante varias veces brindaron a mi salud. ¡Que sutil y eficiente es la comunicación a través del pensamiento.
De pronto, los chicos brasileños comenzaron el cumpleaños feliz en portugués mientras una de las tortas- que habían comprado como sorpresa- brillaba con una vela que parecía un cohete. O quizás una estrellita, esos antiguos fuegos artificiales con los que jugábamos en cada año nuevo magallánico. Creí que gracias a la vela en cualquier minuto saldríamos todos eyectados hacia el cielo y tal vez de alguna forma lo logramos. Fue quizás la metáfora perfecta para cerrar el año. Un viaje comunitario al universo, tras el periplo personal.
Entre celebración, yo sólo podía sentirme agradecida. Muchas veces he repetido a mi gente que el camino jamás se hace solo y que cada una de sus presencias ha contribuido a mi actual estado de plenitud. A alcanzar las metas ideadas, a avanzar en el aprendizaje, a llenarme de amor y vivir la experiencia desde ese espacio.

Al día siguiente el canto coronó la celebración con una nueva tocata en La Catedral. Fue perfecto. Salí cerca de la 1 de la mañana, por lo tanto ya quedaban más bien los amigos y los paisanos que aparecieron esa noche. Fue íntimo. Como dice Manuel García fue como estar en el living de la casa. Un casa grande, muy grande que se traslada conmigo de latitud a latitud, arreando afectos, sumando energías, cantando, cantando.

jueves, 10 de septiembre de 2009

No me arrepiento de ser Flor


En septiembre del año pasado, mi papá me dijo en referencia a mí y mi grupo de amigas "ustedes escogieron un camino distinto, nunca antes transitado, por eso ha sido más largo, más lento, con más tropiezos. Pero estoy seguro que de igual forma llegarán al objetivo final".
Creo que durante los primeros 30 años de mi vida mi objetivo estuvo siempre asociado a la consecusión de la felicidad y el amor. Para ello probé múltiples medicinas: me involucré en relaciones varias, congregué a un importante grupo de amigos, me dediqué a mi carrera, a salir al menos una vez por semana a algún bar de Bellavista primero, Ñuñoa después, a coleccionar cosas para vestir mi casa, a aprender a aprender a desenvolverme en la vida con carácter, a experimentar la vida como mujer independiente, a viajar. Las medicinas me hicieron sentir bien en un momento, me entregaron la alegría momentánea, el placebo, de creer que aunque faltaba unir ciertos cabos en mi historia, el juego siempre resultaba a mi favor y que por lo tanto no me arrepentía de lo experimentado. De los logros (aparentes) ni de los fracasos (absolutamente aparentes también).

El último año me ha enseñado que la felicidad y el amor es una consecuencia y no un fin. Que para llegar a ellos es necesario adquirir una actitud de vida, consciente, que se desprende del autoconocimiento. Que la clave está en descubrir quien soy y abrazar amorosamente tanto mis fortalezas como mis debilidades. No estoy ni cerca de este objetivo. Más bien lo que he logrado durante estos meses es limpiar, vaciarme, desprenderme de lo inútil, de la autoimagen fabricada a punta de ideas sobre mí misma.

Estoy en punto cero, al inicio del verdadero camino, en una reconstrucción tan profunda como sutil. Me siento niña otra vez en la inocencia, adolsecente en la pasión, mujer en la decisión. Ser humana consciente. Sin embargo, sólo tengo una vaga idea de mí misma y eso, sin buscarlo, me ha hecho durante este año inmesamente feliz. Porque está todo por hacer en mí, todo por conocer, todo por descubrir. Sorprenderse de sí mismo es el mejor regalo que puede ofrecerte la vida y frente a ello no puedo sentirme más que bendecida y agradecida.

Y como reflexionó Osho alguna vez:
"La semilla no puede saber qué va a suceder, la semilla nunca ha conocido la flor. Y la semilla no puede siquiera creer que tiene el potencial de convertirse en una hermosa flor. El camino es largo, y siempre es más seguro no recorrer ese camino porque el trayecto es desconocido, nada está garantizado. Nada puede ser garantizado. Mil y uno son los riesgos del camino, son muchos los escollos – y la semilla está segura, escondida dentro de una dura coraza. Pero la semilla lo intenta, hace un esfuerzo, tira la dura concha que es su propia seguridad y comienza a moverse. Inmediatamente la lucha comienza: la lucha con la tierra, con las piedras, con las rocas. Y la semilla era muy dura y el brote será muy, muy suave y los peligros serán muchos. No había peligro para la semilla, la semilla podía haber sobrevivido por milenios, pero para el brote los peligros son muchos. Pero el retoño emprende hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué. Enorme es la cruz que ha de cargarse, pero la semilla posee un sueño y la semilla se mueve".

Este ha sido el mejor año de mi adultez, si no el de mi vida. Pues he nacido de nuevo y hoy no me arrepiento de ser flor.



viernes, 4 de septiembre de 2009

Cultura

El domingo, cerca de las 11:30 de la mañana con Dani tomamos el tren a La Plata. Vagones antiguos, con asientos metálicos descuidados, familias con padres jóvenes y una pila de niños. Hombres y mujeres que viven en pueblitos/ ciudades de la Provincia, menos estresantes que Capital Federal, más desprovistas del desarrollo, del crecimiento económico, de la imagen, de los consumos. Menos porteñas.


Partió el tren, saqué la cámara y la volví a meter en mi mochila rápidamente luego que una especie de vigilante (no era el cortador de boletos) me advirtiera "guárdela mejor". Ahí comprendí que estábamos en otro escenario, muy distinto al de los últimos cinco meses. A medida que avanzábamos el panorama cambiaba, se volvía más rural y también más precario.
Desde mi perspectiva de burguesa ilustrada veía la situación como una gran experiencia, un tren popular que mostraba lo más escencial de la cultura argentina, el verdadero país, el que crece sin las luces de calle Corrientes, los grandes teatros, las carteleras de espectáculos o las manifestaciones periódicas en Plaza de Mayo o Tribunales. Desde mi lado zen/yogui sentía que era una gran bendición tener la posibilidad de palpar, de acercame a esa (la) realidad y que por tal motivo no había nada que temer durante el trayecto. Por ser un regalo, estaríamos "protegidas". Pero casi llegando a La Plata reconocimos con Daniela que debíamos estar con todos los sentidos abiertos, que ciertamente no era un lugar relajado sino incluso un tanto peligroso.
Dos jóvenes que perfectamente podrían haber sido dos típicos "flaites" chilenos, de no más de 16 años cada uno, jeans anchos, polerones largos, gorras con vicera y cara de angustiados comenzaron a caminar rápida y violentamente entre los vagones y luego en la plataforma del tren. Entendimos en ese instante que si nos devolvíamos en la noche tendríamos que hacerlo en bus.
Al salir de la Estación caminamos hasta el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de La Plata, una especie de Museo Nacional de Historia Natural, maravilloso, lleno de fósiles, esqueletos, réplicas, historia. Enmudecí. Entramos otra vez a la cultura fabricada por los que forman la imagen país de exportación. Y es que "los museos no son inocentes", diría mi profesor de posgrado Carlos Moreno, aludiendo al los discursos, las miradas y las versiones que se instalan en cada memorial.





Salimos de un espacio que es oculto desde lo tácito. Que no se esconde, pero que tampoco se reconoce y por lo tanto se vuelve invisible, para ingresar a otro que se maquilla y se promociona. No es que rechace ese espacio de cultura "fabricada", sería muy inconsecuente de mi parte hacerlo pues transito y me nutro hace un tiempo de esa formalidad. De hecho el viaje a La Plata fue en parte una apuesta para conocer a los gestores de un Circuito ubicado en la zona de la ex Estación de Ferrocarriles similar al Santiago Poniente. Mi intención, que logró concretarse, fue establecer un intercambio entre ambas iniciativas y pedir autorización para realizar un estudio comparativo de los dos casos como trabajo final de Flacso.






Cuando con Daniela llegamos al barrio, entendí que la dinámica del Cricuito Meridiano V era distinta a la gestada en Chile, pero me entusiasmó ver que no sólo era un centro cultural ni colectivos artísticos los involucrados en el proyecto de asociatividad, sino también bares, artesanos y músicos "ambulantes". Apareció el coordinador, Juan, y al rato de conversar e intercambiar experiencias se escuchó por el alto parlante de una radio improvisada que suena sobre las calles "estamos esperando a Carolina Díaz Soler, gestora cultural chilena que nos contará sobre una idea similar impulsada en Santiago de Chile". Fue surrealista, primero yo parecía una típica turista con algún olor a cerveza, hace más de 6 meses que no hablaba de trabajo (formalmente) y luego de ver tanta diferencia social en el viaje mi cabeza había enjuiciado durante toda la mañana la construcción de este tipo de cultura. Pero me puse en el rol y tratando de ser lo suficiente equánime en mis opiniones y aunando ambos criterios (la crítica y la condecendencia) terminé diciendo que era deber de los ciudadanos hacerse cargo de la gestión cultural, porque en ello también hay una dimensión política de la que nos tenemos que hacer responsables.




El sol empezó a moverse mientras en el frontis del Centro Cultural de la Ex Estación de Ferrocarriles se movían las telas y los trapecios de un grupo de actores circenses que montan un espectáculo a la gorra cada domingo. Los niños participaban en talleres de pintura, otros se movían entre los juegos de madera instalados cerca de las antiguas líneas ferroviarias. Las artesanas remataban sus productos y los bares de cada esquina empezaban a llenarse de jóvenes, estudiantes universitarios, familias muy distintas a las del tren que nos había llevado hasta esa ciudad.




La noche instaló en las calles y en algunos restaurantes algo de jazz en vivo. Nosotras ya agotadas partimos al rodoviario a tomar el bus que nos trajo de vuelta al Buenos Aires de siempre.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Hogar

El sábado llegué a casa muerta de calor tras las clases de posgrado. Durante 3 o 4 días Buenos Aires se convirtió en una ciudad tropical, húmeda, con temperaturas de 34 grados.
Short y polera. Almuerzo liviano y un vaso de cerveza a eso de las 3 de la tarde. Fue tanto el calor inesperado que al rato me tumbé por una siesta rica, de esas que te sumergen en un estado de inconsciencia corporal. Desperté sólo porque el termómetro en vez de bajar, subió. Así es que opté por un mate en la cocina. Allí me encontré con mi amiga Rejane, también de short y polera, que ya estaba con calabaza en mano. Algunos chicos entraban de a poco en la embriaguez de la cerveza en la terraza del hostel. Un lugar extraordinario ubicado al lado de la cocina, sobre el techo y con vista a la calle Córdoba.
Con Reje siempre tenemos de qué hablar. Entre mate y mate le decía cuánto extrañaba las reuniones con mis hermanos, las improvisaciones musicales, el canturreo. Le contaba que cada vez que nos juntábamos se producía una catarsis colectiva, era una explosión de energía ý sincronía difícil de alcanzar con otros músicos. Ella me hablaba de cuánto influyó en sí el capoeira, los tambores, la cultura y la magia de la música y el baile afro. Ambas concluimos que somos víctimas benditas del legado familiar. El canto, la corporalidad, la fiesta familiar.
Entre tanto, pausa para un porro suavecito y luego más mate en la cocina. Al rato comenzamos a escuchar la guitarra instalada en la terraza. Se mantenía el calor y a las buenas hierbas le siguió una cerveza.
Como una antesala de lo que será mi viaje por Brasil vimos fotos de sus playas aparecidas entre bosques, un paisaje tan atractivo como distinto a las costas nortinas rodeadas de desierto en Chile.
Luego intentamos recordar la secuencia aprendida en danza contemporánea, pero sólo logramos reconstruir la mitad del esquema. De ahí saltamos a yoga, a como la práctica nos conecta con la posibilidad de vencer nuestras limitaciones. Rejane me contaba la emoción que sintió cuando pudo lograr una de las posturas de equilibrio. Pero no desde el ego, sino precisamente de la alegría de superar algo para ella imposible. También de cómo perdió la estabilidad en cuanto cruzó este pensamiento por su cabeza. "La mente, cómo juega la mente", concluimos.
Ella comparó esa sensación como la que tuvo cuando al fin aprendió a andar en bicicleta en su ciudad de niña. Su comentario disparó un recuerdo sobre mi propia experiencia. Para abandonar las rueditas laterales, mi papá sostuvo varias veces desde atrás mi cleta blanca con flecos de arcoiris en cada lado del manubrio. Un día avancé un largo trecho segura de que él seguía a mi lado. Lo llamé, no respondió y al darme cuenta que me había soltado una cuadra antes, perdí equilibrio y caí. No recuerdo haber llorado, más bien entendí a esos 5 años que podía superar la prueba.
Al rato de tanta memoria nos sumergimos en el silencio. "Reje, justo ahora siento una agradable sensación de hogar. Me siento en casa". Que riiiico, agregó con sonrisa.


lunes, 31 de agosto de 2009

Emilio


Emilio se fue. Me dejó en un taxi llena de bolsas con comida que no alcanzó a preparar, mate, un termo, condimentos varios. Me besó con fuerza, pero con rapidez entre medio de un "Bueno...cuídate".
Fue corta la despedida. Corta y silenciosa. No hubo, no quisimos, un tiempo para llenar el espacio con palabras emotivas o bonitas. Él es demasiado gringo para eso y yo, por primera vez, decidí no situarme en el personaje del melodrama y seguir de largo.
No teníamos mucho más que hablar tampoco. Dos o tres noches antes con algunas cervezas de más comentó que aún no entendía lo que me gustaba de él, pero que él tenía clarísimo lo que le gustaba de mi.
- "Tu voz, primero tu voz. Me encanta como cantas. Esa tarde cuando te escuché en el hostel, pensé ¿quien es?. Después tu manejo con el entorno, tan segura, conversabas con todos, los integrabas, estabas bajo perfecto control. Eso me impresionó"
Se refería al día que nos conocimos en una hostal de mochileros en Montevideo. Yo cantaba algo de Chile, algo de lo mío, cuando apareció en medio del guitarreo que improvisamos con un par de argentinos, una francesa, una polaca, dos gringos y algunos brasileños. Se acercó y de la nada le pasé la guitarra. Con él transitamos de la bossa nova, Cerati y Violeta Parra al punk/ rock típico de Estados Unidos. No entendí nada. Hablaba español como caribeño, pero cantaba en perfecto inglés una música más bien aguda para mis oídos. Me gustó su valentía. Mal que mal era un gringo con música gringa entre medio de trovadores latinoamericanos. Después supe que era venezolano criado en Estados Unidos, hijo de padre descendiente de italiano y madre hija de polaco.
Me llamó la atención su nerviosismo inicial y el intento por escudar su timidez instalando temas de conversación en los que se manejaba perfectamente. Política, Chávez, la crisis económica, Argentina y sus desvaríos. Yo pensaba que ningún hombre de 1,98 metros de estatura, profundos y grandes ojos verdes, voz grave y sonrisa amplia podía sentirse inseguro. Pero con el tiempo descubrí que era un niño adulto. Todas sus miradas delataban sus intenciones, desde las más pasionales hasta las más inocentes. En él se conjugaba una inusual mezcla de adolescente y hombre maduro. "Tienes ojos y sonrisa de Daniel (su primer nombre), pero coges como Emilio", le dije alguna vez logrando sonrojarlo.
A los días de llegar a Buenos Aires nos encontramos en el Jardín Botánico de Palermo para tomar unos mates. Me contó de su trabajo esporádico en Argentina, que solía escribir en la adolescencia y alguna que otra anécdota de su banda de música. Yo le hablé de mis procesos creativos con el canto, la idea de este año sabático, mi pasión por el yoga, mis ganas de viajar.
Estuvimos sentados creo que un par de horas en la única banca donde llegaban tibios rayos solares, muy cerca de la huerta educativa. A ratos lo miraba y sentía ganas de besarlo, pero otras veces me alejaba de esa idea. Dependía del tema de conversación, el tono, de lo que expresaran sus ojos, sobre todo de mi mente intrusa.
Finalmente al despedirnos ese día puso su mano ancha en mi cadera y me besó en la mejilla derecha, muy cerca de mi boca. No tuve dudas, quise alcanzar sus labios, pero eso no ocurrió hasta la noche siguiente en un bar de Serrano.
A partir de entonces comenzamos a construir una particular rutina. Cenas nocturnas, salidas al cine, visitas a bares, sexo cómodo e intenso. Me gustaban sus ganas, aunque sentí varias veces que yo siempre tenía más. Me gustaba su forma de tomarme en brazos y alzarme, como me llevaba a la cama y se relacionaba con mi cuerpo. Cuidadoso en extremo, disfrutaba haciéndome sentir placer y yo lo agradecía entregándome plenamente al momento.
Una noche, en las típicas conversaciones post sexo, hablamos de las ganas de acercarnos que cada uno había tenido esa tarde de mates en el parque.
- "Ese día estuve seguro que quería besarte, pero no sé, decidí esperar. Y es que si voy a traer a una mujer a mi cama quiero conocerla mejor, saber que me gusta más allá de lo físico", me dijo.
Me encantó esa confesión. No sólo porque hablaba muy bien de él, sino porque tal actitud frenó todas mis urgencias y me hizo disfrutar desde otro lugar, más relajado, menos ansioso.
La noche anterior a su partida me atreví a decirle que estaba feliz por él, por su viaje a países cercanos y el pronto retorno a casa, pero que lo echaría de menos. "Me pasa lo mismo"- agregó- y me abrazó con fuerza.
Solía ser escueto en sus palabras, pero no en sus gestos. Creo que nunca reprimió un abrazo, una caricia en la calle, con amigos, en la intimidad. Por eso me impresionó que el penúltimo mensaje de texto que me enviara antes de embarcar terminara con al frase "te voy a extrañar".
Estos días me he preguntado si además de esa sensación, compartimos también la de vacío. La nostalgia que provoca la distancia y el apego. La casi absoluta certeza de que no habrá un reencuentro y que el mes juntos pasó a ser otra agradable anécdota dentro de mi historia. Aunque, quien sabe.

lunes, 24 de agosto de 2009

Wahe Guru

El viernes partí cerca de las 11 al Dui Dui, el bar donde tocamos hace un tiempo con Derk. Su amigo holandochileno, Alejandro, estaba de visita y esa noche improvisarían algo de los Beatles. Jano, que resultó ser tremendo músico, me invitó a latinoamericanizar el repertorio al final de la presentación. Sin ensayo trajimos a Hijo del Sol Luminoso de Joe Vasconcellos, Soy paz, soy pan, soy más de Piero.
Nuevamente hubo buena recepción.
Todos se preparaban para participar en el karaoke. Es decir, todos empezaron a copetearse para abandonarse pronto al sentido del ridículo que a algunos (me incluyo) nos sale naturalmente sin necesidad de alcohol.
Les costó ponerse borrachos. Mal que mal eran holandeses, es decir tipos, chicas, con amplia cultura etílica. Así es que mientras llegaban al punto yo me apoderaba con otras dos argentinas- igual de sanas, igual de ridículas que yo- del micrófono y las letras. "De mi tierra bella..tarantan...De mi tierra santa...taran tan". Cuando los primeros síntomas de alcoholismo empezaron a aparecer, aterrizó al lado mío una chica holandesa de no más de 19 años que me tomó de la mano (fuerte) y dijo en un español muy gringo "canta conmigo Julieta Venegas", la conocés? En forma paralela gritaba a Derk "Derk: yio (con i) te quiero con limón y sal". Cantamos con gran esfuerzo.
Cerca de las 4 de la mañana, después de no sólo cantar sino además bailar las salsas del karaoke, el barman se acercó al micrófono y me llamó nuevamente con acento holandés "Carolena...vení. Esto es para ti". Y una botella de champaña llegó a mis manos como regalo de Dui Dui. Por qué? ni idea, supongo que agradecieron la energía o lo esfuerzos por congregar.
Me acosté tarde, pero como lechuga amanecí al día siguiente para la clase de yoga. Después de eso nos juntamos con Dani y luego volví a Sadhana para aprender a hacer y recibir un masaje. Rico, reparador e instructivo.
El día terminó cuando repartimos las viandas de comida en las calles cercanas a la Iglesia de Guadalupe. Ana María estaba molesta esa noche. Los tres chicos que viven en la vereda del frente (entre 8 y 12 años todos ellos) le habían sacado la leche del día. "Si acercan los rompo a palos a los hijos de puta", nos decía. Le dimos la cena y tratamos de calmarla, sin muy buenos resultados.
Al día siguiente, teniendo en mente la tocata de la noche partí con Surpreet a San Isidro. Nuestra ex compañera de Kundalini, Kiri, cumplía sus 120 días de embarazo y nosotros recibiríamos el alma de su bebé según la tradición yóguica, entre mantras y meditaciones. Celebramos no sólo su maternidad, también nuestra fertilidad de ideas, el espíritu creativo sembrado en el alma de las tres.
Llegó la noche. Eran cerca de las 11 y La Catedral, el bar/milonga de Sarmiento 4006 que los domingo se transforma en Peña, sonaba a Chacarera. Estaba nerviosa, había mucha gente (pese a ser domingo) y tocaba Semilla, un grupo de folklore electrónico argentino que sonaba perfecto.
Mientras Dani bailaba en la pista, vi acercarse a alguien de tiempos antiguos. Helga Balich, Candy, amiga de niñez- separadas por la vida, reunidas por el cariño de infancia- me observaba con una sonrisa muy familiar. Por cinco segundo creí estar en un sueño. Mi lógica decía que era imposible que una magallánica, ex habitante de Tierra del Fuego, parte de una familia que fue la mía en Cerro Sombrero estuviera en ese lugar. Pero así fue. Ella y Claudio llegaron por el fin de semana a Buenos Aires, por Facebook se enteraron que cantaba esa noche en el bar de Almagro y decidieron acompañarme.
Fue tan surrealista como mágico y bendito. Me sentí en casa entre tantos extraños. Respaldada, sostenida.
Antes de salir al escenario, el cantor previo (porteño) decidió tocar Plegaria de Un Labrador de Víctor Jara. ¿"Eres chilena"? Me invitó. Cantamos a voces, sonó casi perfecto. Como si Víctor desde arriba hubiese unido las voces sin ensayo.
Me sentí poderosa, valiente, segura. De ahí arrancó fluidamente, sin baches, Entendiendo, Sangre corazón, la canción del tío, una salsa y Partir, partir (que habla del Desierto y la zona Austral).
Aplausos, comunión. Músicos que se acercaron agradeciendo la música. Yo les agradecí de vuelta. Intercambios de correos y sonidos, la posibilidad de seguir tocando allí..
La vida me lleva donde quiere y siempre es el mejor lugar. Siempre es un terreno fértil para nuevos amigos, reencuentros y música, mucha música. La Catedral me espera de nuevo. Seré una fiel feligresa. Bendecida

jueves, 20 de agosto de 2009

Sincronías

Vuelvo a la cocina. Ayer conversábamos con Rejane sobre los talleres del Centro Cultural Ricardo Rojas, porque ella quiere cursar alguno relacionado a teatro. Le comenté que cuando llegué tuve la intención de tomar ahí las clases de composición, pero que finalmente opté por hacerlo con Edgardo Cardoso. Su cara cambió. Impactada me preguntó "lo conocés" y yo sin decir sí ni no, me paré de la mesa y empecé a dar vueltas en círculo como loca por la cocina, casi gritando (juro que casi) "no lo puedo creer, no lo puedo creer". En una semana descubrimos que teníamos dos personas en común.
El sábado supe por FB que era amiga Galo, un actor argentino que hace más de dos años itinera con su compañía por Latinoamérica. Yo lo conocí en una de sus presentaciones en la Plaza Ñuñoa. Ella, acá en Buenos Aires en alguna actividad de perfeccionamiento teatral, allá por el 2006.
Y a Edgardo lo conoció en un festival de teatro de Puerto Alegre durante el 2000. Él fue uno de los artistas invitados y ella su anfitriona (Anjo da Guarda) durante el evento.
Muchas veces Reje quizo invitarme a las presentaciones que Cardoso realizó junto a Puente Celeste en el No Avestruz de Palermo, el semestre pasado. Pero olvidó mencionarlo durante todo este tiempo. Le conté que justo el jueves anterior a mi primera clase de composición partí a uno de estos conciertos y que entré en pánico al ver lo buen músico que era.
Con este tipo de anécdotas el viaje expresa su sentido. Operando desde la intuición he llegado a los lugares exactos y conocido a la gente precisa.
Sin embargo, la ecuación detrás de esta sincronía viene de mucho antes. Año 2004 viajo con Dani a Perú y nos encontramos con Javi y Pablo. Abril del 2009 llego a Buenos Aires y retomo el contacto con ellos. Javi me impulsa a tomar el taller de Edgardo y a asistir a uno de sus conciertos. Ingreso al curso, conozco al personaje. Junio 2009, comienzo a acercarme a Rejane y a descubrir las cosas que tenemos en común. Agosto del 2009, mes de revelaciones.


martes, 11 de agosto de 2009

Yo mujer

Mujer oculta en mis años,
perfecta y deficiente en su retrato.
Despiertas en las sombras del pasado
para dibujar arcoiris que alivien tus pasos.

¿Recuerdas a la niña que hace tanto
descubría tu mundo sobre un árbol,
buscaba en los jardines trébol de a cuatro
para llamar a la buena suerte y creer en milagros?

Inquieta adolescente no he olvidado
tu energía sonriente en frescos años
tus pasiones antiguas han hilado
noches de deseo consciente
bajo cielo estrellado

Diosa arcilla en mis manos
haz que en mi se cumpla tu legado.

miércoles, 22 de julio de 2009

Cambio de piel

Una de las bendiciones inherentes del viaje es el viaje interno. La condición de abrir la consciencia, de sentir la experiencia del día a día desde la intuición, la sorpresa.
Limpiando los documentos de mi computador, me encontré con cartas no enviadas al que fue mi amor- y también el dolor- más determinante de mi vida (si es que a caso cabe el calificativo). Varios textos escritos en un período de un año, por el que transité desde la desilusión a la ira, de la pena a la psicosis, del dolor que me postró en cama a un entendimiento real del desenlace. Un registro que muestra el lado oscuro y débil que he tratado de superar en esta carrera de treina y algos años, sin lograr- por cierto- tal resultado. Lo particular es que la relectura no fue desde la melancolía, mucho menos de la añoranza de un encuentro, sino más bien de un profundo agradecimiento a la contraparte y hacia la historia que incluso, dos años después, sigue despertando conclusiones en mi, aprendizajes.

En las cartas, cada palabra iba dirigida a un claro destinatario. Sin embargo, lo dicho podría haber sido para cualquiera de los hombres que me han acompañado desde los 16 años. La revelación expuso mi necesidad infinita de encajar en el otro valores, ideales y visiones compartidas que terminan siendo, en realidad, una proyección de mi misma.

En verdad creo que hasta ahora he estado más enamorada del amor y de la idea que de un compañero y frente a ello, estoy dispuesta a la reinvención. A honrar desde un estado de no mente este generoso cambio de piel en el que me he visto envuelta en los últimos tres meses.

martes, 14 de julio de 2009

Lazos


Antes de partir a Uruguay y ya de vuelta he tomado la costumbre de pasar al menos unas tres horas en la cocina de la hostal. Coincide con el almuerzo, así es que suelo encontrarme con algunos de los residentes. Particularmente con Alex, 21 años, estudiante de medicina. Un niño que a ratos me recuerda a mis hermanos por lo bueno para reir y sacar conclusiones existencialistas de la vida.
Entre porotos negros (él) y ensaladas con champiñones (yo) me contó que era hijo biológico de una antigua empleada de la hacienda dónde creció. Hacienda de sus padres adoptivos. Es cercano a su madre, "a ella le pido si necesito algo, con ella converso, a ella le digo que la amo". No es tan cercano con su padre "sólo una vez él me dijo que me amaba y fue cuando yo quería irme de casa". Cuando tenía cinco años se enteró que no era hijo natural de ambos y a partir de entonces, afortunadamente, dejó de maltratar a las otras empleadas de la casa.
Con este antecedente entendí su constante discurso de diferenciación de clases, pero también su intención de querer devolverle la mano a la vida y llegar a convertirse en una buena persona.
De ahí transitamos a las explicaciones de por qué los hombres y las mujeres suelen ser como son. Claro, a sus 21 años tiene urgencias de 21 años y yo con mi distancia de una década lo miro, río y contesto sus preguntas adolescentes todavía. Me cae bien este muchacho.

También suelo encontrarme con Reyani, Reyi, una preciosa mujer de 35 años, brasilera, profesora de teatro con quien he encontrado muchos puntos en común. Es, si se quiere, la persona en la residencial más afín a mí en muchos sentidos. Ayer, de hecho, fuimos juntas a la clase de Ashtanga, pues ella quería retomar su práctica. Hemos tenido largas conversaciones sobre cine, política, fotografía, música, etapas de la vida, pesares femeninos y otras tantas cuestiones.

Luego aparece Fabio, brasileño, 33 años, farmacéutico y también estudiante de medicina. Hijo de libanés y madre de ascendencia italiana. Me suelo reir con sus desvaríos sobre Rocco, un colega de la Chicholina que no conozco ni en pelea de perros, pero que me resulta familiar dadas las referencias.

Pese a que a veces es un poco helada la cocina se ha convertido en mi lugar favorito dentro de esta casa, pues día tras día se presta para armar nuevos lazos.

lunes, 13 de julio de 2009

Canto en viaje

Cuando dios repartió a la gente en el mundo decidió dejar a todos los gentiles y encantadores en Uruguay. El viaje a Colonia y luego a Montevideo estuvo marcado por la emoción de la noche del jueves. Ladran Sancho que tiene una capacidad para unas 25 personas, estuvo prácticamente completo y lo más hermoso es que la mayoría eran amistades construidas en estos tres meses. Fue tal como en el Café Negro o como los antiguos encuentros de Barco Ebrio.

Los pocos que quedaron en la residencial donde vivo partieron en masa al local. Dani, mis profesores de yoga, mi compañero chileno de Flacso, Mauro, y mis incondicionales amigos de ruta en el viaje de Cusco, Pablito y Javi. El resto, público "anónimo" terminó ya hacia el final entusiasmándose con el repertorio de más de 20 canciones.

En honor a la verdad debo decir que me falta mucho para ser una verdadera profesional, pues siempre al principio algún nervio que no es de acero me traiciona y pese al ensayo incurro (todavía) en baches técnicos. Lo bueno es que he aprendido, tras los consejos del "círculo de hierro" , a no poner las antiguas caras que revelan mis errores, un acorde mal ubicado en la guitarra u olvidos de la letra.


En minutos la fuerza del corazón, el entusiasmo, la concentración y también flujos de energía constante que estoy segura me llegaban desde el otro lado de la cordillera, fueron cimentando mis pies en el escenario y sumando aplausos poco a poco. Hasta un grito salió por ahí luego de cantar La Ira y Entendiendo, mis hits definitivamente.

En general los comentarios fueron todos positivos y en caso de querer, seguro puedo volver al local a hacer un nuevo experimento.

Pero más allá del ejercicio de cantar en público y tener que vencer esta barrera psicológica de la distancia, lo bello de la noche fue constatar que hasta ahora todo lo que he querido concretar se ha resuelto mágicamente. Con una sincronía que entiendo, pero que sigue asombrándome y emocionándome por su belleza. Y es que es tan particular la sensación de integrar un perfecto engranaje de hechos, de fluir suavemente.

Tengo en la memoria recuerdos de la antigua vida, cuando al final del día sentía que de alguna manera algo quedaba sin resolver. La alegría de siempre puesta en lo cotidiano no era suficiente (ahora lo veo) para sentir esta libertad, reciprocidad y agradecimiento. Es distinto cuando uno recibe constantes bendiciones.

Esta sensación me acompañó durante los días siguientes cuando partí rumbo a Colonia y Montevideo. La primera, una ciudad que hace honor a su nombre en el casco antiguo, con callecitas con adoquines preciosos, casas de color ladrillo adornadas con enredaderas y faroles que emulan la época del sereno. Estaba tan impactada que en un momento al interior de una de las casas tuve que decirle a una pareja de argentinos mayores "disculpen, pero tengo que compartir esto con alguien, ¿cómo es posible que sea tan lindo este lugar?. Porque sí debo reconocer que el viajar sola genera de cuando en vez el problema técnico de no tener quien te saque fotografías en el momento exacto y la dificultad de compartir la emoción del minuto. Pero esa también es otra forma de llevarse al límite. Hablar con desconocidos en la calle es un buen ejercicio para abrirse al mundo y abandonar el miedo.


Luego, la carretera que une a Colonia con Montevideo durante varios minutos me recordó la patagonia chilena. Una llanura verde que ese sábado se extendió bajo particulares nubes de las más diversas formas. Se movían rápido como en Magallanes y estaban más bien dispersas así es que dejaban entrar la luz solar. Me encantó el viaje. El sol iluminado mi cara y yo disfrutando de las casas que aparecían agrupadas en pueblos o villas cada cierto tiempo. Linda esa parte de Uruguay y al parecer, muy potentada también.


La capital tiene la particularidad de ser moderna, pero de mantener el ritmo del Chile de los años ochenta. El comercio se cierra los sábados a las dos de la tarde, no existe una saturación por exceso de microbuses aunque hay excelente locomoción y la gente circula con un relajo impactante. Es una ciudad que a ratos me sonó a Valparaíso por su arquitectura y la brisa del puerto. El stress y la histeria de Buenos Aires desaparecieron en la quietud de Montevideo. Lo agradecí.

Y ese mismo día de vuelta del recorrido turístico de rigor, me encontré con lo típico de las hostales internacionales. En la sala de estar había un grupo compuesto por francesa, polaca, gringo, inglés y porteño tocando guitarra. Me sumé por supuesto y estuvimos cantando hasta antes del asado que compartimos en la noche con el resto de los pasajeros (el mío fue de papa y morrón por cierto). Se sumaron entre tanto un venezolano y un brasileño con quien pudimos cantar a Marisa Montes y luego algunos uruguayos de la residencial que estaban felices con la letra de mis canciones y la voz. Breves segundos para el ego y la sensación de estar en gira. La noche fue coronada en una salsoteca, dónde me saqué todas las ganas que tenía de bailar acumuladas por más de tres meses.

El viaje de regreso a Colonia y Buenos Aires sirvió para decantar. Volvía a mi realidad, pero también sentí muy fuertemente que volvía a casa. Y ahí me acordé mucho de la canción con la que terminé el concierto del jueves, "Partir" (creada acá en el marco del taller de composición). Mientras caminaba por la callecitas de Buenos Aires cerca de las 11 de la noche no había nada que me pareciera extraño o poco familiar. Todo en su lugar, con los mismos olores, el mismo viento helado de invierno, los mismos porteños, el mismo día domingo.


Me gustó regresar y sentir como dice la canción que aunque no tengo raíces siempre "tengo un nuevo hogar dibujado en el centro de mi pecho".

domingo, 5 de julio de 2009

Quietud



La residencial está vacía desde hoy. Muchos de los estudiantes que aquí viven, la mayoría brasileños, retornó a casa a raíz de la suspención de clases.
Es una extraña quietud esto del silencio. Cuando están todos circulando por los pasillos, jugando en la mesa de pool cercana a mi dormitorio, repletando la cocina con olor a carne, porotos negros y arroz, el silencio se vuelve una necesidad. Y ahora parece ser más bien un vacío profundo.
Los espacios se hacen anchos y el tiempo más largo.
Así es la ausencia de palabras y quizás por ello lo inexplicable siempre resulta en mutismo. El lenguaje se hace pequeño, insuficiente para transmitir lo más íntimo que es también lo más real.
Hace un rato siento que estoy teniendo un cambio de piel, cual serpiente. Una experiencia espiritual, si se quiere, que me lleva a retrotraerme no sólo de las personas, también de mis ideas. Estoy cansada de pensar y mientras más siento, menos opera mi cabeza.
Me rendí hace un tiempo ante la vida. Ella es mucho más sabia y sabe perfectamente dónde llevarme. Lo bello es que en el silencio, superada la sensación de vacío o soledad, su voz adquiere fuerza. No puedo evitar escucharla, seguirla y ejercer en ella mi destino.
A casi tres meses de haber emigrado de Santiago hago el primer balance de esta aventura. Cada hecho, cada obstáculo, cada pequeña meta lograda es el fiel reflejo de una imagen dibujada en mi corazón desde que tengo memoria.

jueves, 2 de julio de 2009

Miedo

Mi última tarea para composición fue realizar una canción bailable. Recuerdo que Silvio tiene un par de salsas de la época antigua, cuando todavía se hablaba de trova cubana y no de la "nueva" trova. Las letras no las recuerdo tanto y, en honor a la verdad, como salsa bailable resultan una fomedad.
Sin pretender acercarme a Rodríguez, esta vez también jugué a hacer una especie de son son chilenizado con influencia porteña. Es decir, una extravagancia ni muy bailable ni muy divertida (según yo) que creí terminaría por colmar la santa paciencia de Edgardo. Pero me equivoqué. Resultó ser para él mi trabajo más completo y acabado.
Lo interesante fue engachar en la melodía la letra que no habla de otra cosa que la peste del miedo, esparcida ya por toda la provincia de Buenos Aires, por todo el país, por todo el mundo.
El miedo y el control de él son una estupenda herramienta para facilitar algo tan anacrónico como un golpe de Estado en Honduras (hecho que me ha conmovido profundamente). O para permitir a los medios de comunicación, farmacéuticas (¡Roche por cierto!) y los fabricantes de las mascarillas anti contagio y productos asociados, generar más dividendos a través del alarmismo público. Desde el lunes, en Argentina no se habla otra cosa que de los 43 muertos por la gripe A1 y la emergencia sanitaria interpuesta. Vacaciones de invierno adelantadas para colegios, suspensión de clases en las Universidades (yo misma estaré sin Flacso quizás por cuanto tiempo), personas que te miran con cara de terror si toses en el subte, la farmacia o en la calle incluso. Recomendación de no frecuentar espacios públicos, cines, teatros. Reclusión de la población en las casas.
Y yo me pregunto ¿por qué la gente renuncia tan facilmente, sin cuestionamiento, a esta reducción de la libertad individual? Cómo se puede llegar a manipular y generar tanta alarma que las personas realmente creen que una gripe- de acuerdo: fuerte, con bichos difícil de controlar que mutan más rápido, que te bota de frentón a la cama por unos días, etc-, ¡pero que es una gripe al fin y al cabo!, tiene el poder de encerrarte entre tus cuatro paredes e inmovilizarte a riesgo de muerte.
Finalmente toda esta paranoia nos hace atentar contra nosotros mismos. Nos hace renunciar a nuestro derecho de circular libremente por las calles, de tener sano esparcimiento, de vivir sin la carga del miedo.
Claro, políticamente es muy útil toda esta campaña. Ya nadie habla de las elecciones del domingo 28 que resultaron ser muy contraproducentes para el Gobierno. Curiosamente, al día siguiente, el lunes 29 renuncia la Ministra de Salud y la Presidenta con una eficiencia asombrosa (yo estaba realmente impresionada) nombró al nuevo jefe de gabinete en un lapso de una hora. En la tarde, del mismo día, se establece una emergencia sanitaria, que era EMERGENCIA, tan urgencia que las actividades académicas no se suspenderían de inmediato sino una semana después.
El país enloqueció y yo, que me niego a sumirme en onda del terror (que se agarra de cualquier tema: seguridad ciudadana, porcinos, atentados terroristas imaginados y tantos otros), decido mantenerme fuera de esto.
Mi instructor de Yoga se preguntaba cómo es posible que la ciencia sea capaz de clonar seres vivos y no de detener una gripe. Yo le decía que es porque eventos como la clonación son sólo una ilusión, una mentira que inventa el intelecto para hacernos creer que podemos controlar la naturaleza. Pero frente a los estragos de un microbio, bien podemos darnos cuenta que no sólo somos incapaces de emular su poder, sino que ni siquiera podemos manejarla.
Y así, mis actividades que están encasilladas en el sistema se detienen porque, precisamente, por ser tan formales no pueden revelarse contra esta imposición.
Por suerte mi energía está puesta en la música, la danza, el yoga, pasiones que nos muestran otra perspectiva, que siguen adelante pese a la paranoia para así, finalmente, ganarle a la cultura del miedo.
(Punto a parte, por cierto, es mi motivación de la semana. Prepapar la primera tocata en Baires, programada para el próximo jueves).

miércoles, 24 de junio de 2009

Chile desde Argentina


Obama alabando la gestión económica de Bachelet frente a la crisis mundial. Velasco aparece como héroe en la noticia armada condescendientemente por Amaro que viajó a Estados Unidos para cubrir el encuentro de ambos Presidentes.
Desde Argentina la noticia resulta extraña. No voy a mentir, en tierras extranjeras (por muy país limítrofe que sea) todo lo que lleve el nombre de Chile despierta un interés inusual. La primera sensación es de orgullo. ¡Se ve lindo el país desde afuera!. Sin embargo, cuando finaliza la nota con la frase "la cueca llegó a Washington para quedarse", este chauvinismo incipiente desaparece. ¿Qué hay más allá de las alabanzas, la imagen, la política exterior?
Desde lejos, todavía se filtran en la cabeza (y más aún en el alma) las imágenes de un país desigual. Sobre todo cuando la noticia que sigue a la de este encuentro es la de salas de espera en los consultorios atestadas de familias que debieron esperar por más de 5 horas para ser atendidas. Escasez de equipos médicos en todo el país y proliferación de gripe en familias enteras. Virus sincicial en niños. La amenaza de A1H1. Pacientes desesperados derrumbando las puertas de alguna urgencia. ¡Ya no se ve tan bello el país!
Mientras, Argentina prepara las elecciones parlamentarias del domingo. Díficil entender a estos trasandinos en su política local. Me esfuerzo por descubrir quienes son amigos y enemigos, oficialistas y opositores. Pero hay detractores en la misma coalición, en el mismo partido. Mmmm ¿vamos los chilenos transitando hacia este mismo destino?
Desde acá la candidatura de Enríquez Ominami se ve como un saludo a la bandera que, más que lograr votos, pretende ser una gran piedra en el zapato de los dinosaurios anquilosados en la cúpula del "¿poder?". Como gesto aprecio el valor, pero que raro eso de proponer procentajes de privatizaciones para empresas públicas. ¿Qué diría Miguel? Miguel que aparece en el afiche de Navarro.
No es que me siga interesando la política. De hecho creo que me importa cada vez menos. Mis compañeros de la universidad, uno más que otro, solía decir que se juntaban 5 revolucionarios y había 100 formas de hacer la revolución. Yo creo que ahora más que nunca la única revolución posible es la interna, la individual, la que genera reacción a partir del propio cambio (no en el cambio de Lavín...uuuy que añejo!) sino el cambio que nos lleva a desandar los pasos, volver a la fuente y encontrarnos con nosotros mismos, desprejuiciados, emancipados de la programación de años, décadas, eras enteras. Ese que no busca complacer a otros ni buscar aplausos, sino aquel que nos hace arriesgar lo vivido para ser libres finalmente.
Lectura de foto: Julieta y Martín de Cajón del Maipo, muy chilenos ellos.

domingo, 21 de junio de 2009

Rezar y Amar


Como respuesta a Arcanos y gracias al taller de composición me encontré con un cuento sufie que explica por qué vale más un amor olvidado, herido o doloroso, que su ausencia.
No se puede alcanzar el cielo, entrar en meditación constante si uno no ha tenido la oportunidad de experimentar la completa sensación de ser significativo para otro y de que exista alguien significativo en la vida de uno.
Más allá de los desenlaces, que poco importan a la hora de los aprendizajes, abrirse a la posibilidad de la compasión, aquello entendido como amor más meditación, es una bendición en sí misma. Es alcanzar un estado de cosciencia superior que entibia el corazón y nos acerca a la divinidad, pues el amor por alguien- como bien relata "Amar y rezar" es "una oración dirigida al corazón del Universo, una plegaria que Allah colocó en las manos de cada ser humano como un presente divino".
¿Y yo? Orando, señor, orando.

miércoles, 17 de junio de 2009

Arcanos

En tres escenas diferentes, mi cama la compartía con un arcano y la vieja loca.
En la primera, el Emperador que nunca me permitió la entrada porque temía que le arrebatara su reino.
En la segunda, un Mago que huyó antes de que la quimera fabricada por él se hiciera realidad.
En la tercera, un Ermitaño con luz propia que brillaba más allá de lo que él mismo imaginaba. Alumbraba el camino, pero optaba siempre por hacerlo solo.
Y siempre la misma vieja loca al lado de cada uno.
Y yo preguntaba ¿dónde está el Loco?
Desperté.

lunes, 15 de junio de 2009

Tango y argentinidad


Entender el tango es entender la identidad argentina. En una buena pieza, el hombre frente a una mujer- siempre traicionera- se desangra, no obstante se mantiene arrogante. El tango es histeria, pasión, fuerza, sexo en posición vertical. No por nada nació en los prostíbulos de la alta sociedad, lugares de encuentro de políticos y personas ilustradas que desarrollaban ahí sus teorías, ideaban estrategias y decidían, en buena parte, el futuro de un país construido con emigrantes. Piano, bandoneón, violines y contrabajos tocados por "judíos miserables", "gallegos cochinos" e "italianos tramposos". Instrumentos y seres que sin barrio se aglomeraron en las casas de citas para adornar los encuentros clandestinos.
No hay quien no pueda entender la actitud de un porteño una vez que haya escuchado una orquesta de tango en vivo. Desde la más tradicional a la más contemporánea, el espíritu es el mismo.La figura de la mujer acomodada como siempre por la historia (escrita por hombres, con lenguaje de hombres) pasa de ser una mera mujerzuela a la madre sufrida..." Pobre mi madre querida, que disgustos le daba", para terminar con la visión de una hembra que se sabe de tal y reivindica su derecho a su sensualidad más sexual. Más allá de la imagen, lo cierto es que sigue siendo un coqueteo desgarrado entre dos. Tirar y aflojar (aunque lo primero sea siempre el objetivo).
Hoy vi a la Fernandez Fierro por primera vez. Jóvenes tangueros que, pese al ego que seguro heredaron de fines del siglo XIX cuando comenzó a forjarse el verso, resultan cautivadores. Joven con pelo en rasta en bandoneón y hippientos de largos rubios en violines son parte de la banda que una vez más confirman la tesis de la energía desbordante.
Acoto el evento por ser el primero que rescato de la noche porteña. Por ser el primero que me hace sentir que existe un Buenos Aires más interesante y prometedor oculto en las callecitas del Abasto y seguro en otros lares. Uno que me enamora más allá de lo pensando, todo gracias al tango...tango, "tango que me hiciste mal y sin embargo, te quiero".

Acomodador



Desapareció el sol y el calor. Buenos Aires se llenó de lluvia hace dos días y el frío reapareció con mucho más fuerza. Aunque los días son luminosos aún, por suerte. El frío irrumpió precisamente durante la tarde noche del domingo 25 de mayo, mientras los porteños celebraban su fiesta patria con un espectáculo dantesco en la 9 de julio, ahí al lado del Obelisco... Entre la neblina y la humedad de ese día, se levantó un escenario monstruoso (los argentinos son grandilocuentes para todo) en la "avenida más ancha del mundo" con artistas connotados como Kevin Johansen, Victor Heredia, Lerner y un gran etcétera. Marita y yo alcanzamos a escuchar a Bajo Fondo con Luciano Supervielle, luego de casi morir a carcajadas con el espectáculo "Lutherapia" de Les Luthiers (recomendable para todos). Espectáculo que no tuvo excento de excentricidades, por cierto, como el intento de coima del que fuimos víctimas.
El ciudadano responsable de acomodarnos en los asientos nos recibió muy amablemente (eso ya era sospechoso, pero no lo advertimos) y nos dijo mmm "sí, mirá tenés ticket para la fila 22, por una cooperación te dejo en la 16". No comprendimos de inmediato el sentido de la frase, así es que le dijimos "bueno", a lo que el tipo respondió: "sí, sí, por una simple cooperación". Entendiendo, le dije a Marita delante de él "a no!, quiere plata este gueón" y volviéndome al sujeto le dije nos quedamos en la 22. No conforme con eso el coimero teatral nos ofreció el librito de la presnetación también por otra cooperación. Luego mi amigo Manuel, que también vio el espectáculo y sabía que yo iría, me manifestó por correo la esperanza de que no hubiese coincidido con el acomodador corrupto, pero mi idea es que es una práctica común de todos estos personajes, al menos en este show, al menos en el REX.
En todo caso terminamos sacándola barata, pues unos días antes de juerga con mi amiga holandesa, conocimos a un viejito (viejito!, medio momio y ex milico además) que precisamente trabajaba en el REX. Como vio mi entusiasmo por la presentación de Les Luthiers me ofreció, gentilmente y sin otro interés alguno según yo, que si yo sacaba la entrada más barata él me acomodaba en una mejor ubicación. Podríamos haber utilizado este recurso con Marita, pero preferimos obviarlo porque al ofrecimiento le siguieron tres mensajes de texto (raros) uno con una propuesta a cenar. La coima en este caso habría resultado aún más cara. Seguro!








domingo, 14 de junio de 2009

Desde otro orden

El viernes aprendí que mi hermano Pablo es un potencial nietzschiano y que a su vez este personaje en vez de ser uno de los más grandes pensadores de la posmodernidad, podría considerarse como el primer gurú metafísico new age. Sus libros pasarían de ser filosofía poética a manuales de autoayuda y seguramente alguien podría hacer un libro compilatorio que se llamara "Conversaciones entre Nietzsche y Osho, la ¿verdad? del ser". Finalmente, después de leerlo varias veces, entendí a este nunca bien ponderado sujeto, gracias a mi profesor de filosofía del posgrado, un judío de izquierda antisemita (sólo los juditos antisemitas tienen el derecho a serlo y no ser denominados nazis por ello) que responde al prototipo más típico de los porteños o, al menos, a la imagen preconcebida que uno tiene de ellos: un hombre disperso y gritón que habla rápido y golpeado con toda la jerga bonairense, de tal forma que a los 2 minutos de conversar con él (o más bien escucharlo...casi siempre son monólogos) te quede absolutamente claro que es un porteño de tomo y lomo. Aunque él prefiere no autodenominarse por su nacionalidad o ciudad de origen (se encargó de aclararlo). Es partidario más bien de seguir a quienes alimentan su espíritu, en su caso a Bielsa. Por ser bielsista en este minuto se dice chileno y lo único que espera es que nuestra selección logre el campeonato, que fantástica ilusión!En estos últimos días he experimentado la extraordinaria sensación de percibir la vida, mi entorno, los afectos, incluso Chile desde otro orden. La idea de tiempo se ha disuelto por la celeridad de los acontecimientos. Lo que eventualmente podría tomar días, semanas, aquí se resuelve y cambia en horas. Decidí tomar un curso de composición de canciones con Edgardo, guitarrista de Puente Celeste. Los vi en una presentación el jueves antes de la primera clase del taller y apaniqué. Los tipos resultaron ser extraordinarios músicos, profesionales, vanguardistas. A tal nivel que se dan el lujo de inventar un estilo y funcionar estupendamente. Edgardo al parecer es guitarrista clásico, con un recorrido que comenzó en la adolescencia. Hoy tiene 45 años y más 30 de música. El resto de mis compañeros son dos músicos aventajados, con muchas herramientas. Uno de ellos, mi amigo Javier. El otro, es musicoterapeuta y el cuarto un ingeniero comercial especialista en guitarreos de fogatas y reuniones de amigos (con él respiré, no me sentí tan lejos del grupo). Pero lo bello y aquí linkeo con la reflexión anterior, es que para poder realizar este experimento en mi vida (que ha sido vertiginoso) necesitaba ingresos extras. La noche que decidí tomar el curso, tiré al viento mi petición y al día siguiente, muy temprano en la mañana, la amiga Paulina Pavez me ofrece un pituto que me permite pagar al menos la mitad del curso. El decreto (a pesar de que siempre ha sido muy fuerte en mi vida) nunca había funcionado tan evidentemente. Finalmente la primera clase del taller fue todo un parto. Debíamos llevar algo grabado. Yo llevé mi pendrive con Entendiendo y En Libertad, pero Edgardo ajeno a la nueva tecnología tenía un computador todavía con entradas para discos flopies, creo. No me quedó otra que cantar en vivo, tiritona, con los clásicos baches en la memoria... Pero zafé. La primera gran conclusión es que esta será una oportunidad no sólo de hacer una red, sino de ampliar mi repertorio, mi estilo musical, muy, muy distinto al trabajado por mis compañeros de clase y el mismo profesor.
Baires sigue pareciéndome una ciudad tan alucinante como contrastada, tal como el resto de latinoamérica. Con una diversidad que me encanta, con personas amigables que lejos de parecer pedantes y fanfarronas, siempre están dispuestos a ayudar y a establecer una relación de amistad. Ayer con Dani, una nueva amiga venezolana, compartimos muchas visiones en un restobar brasilero muy lindo que queda cerca de mi casa. Nos encantó la magia del lugar expresada en la garzona que durante la tarde visitó un atuendo de tarde precisamente: jeans, polera blanca, pelo tomado. Pero ya pasadas las 8 y cuando comenzábamos nuestra 3era cerveza, apareció con el cabelllo afro suelto, blusa de raso rojo, falda negra ajustada, medias y zapatos de tacón, como aprontándose a recibir al resto de la clientela, que comenzó a llegar para cenar al cabo de un rato. Toda una imagen de culto a mi parecer!.

La vida avanza


Llegué a Hostel Córdoba ubicada en la calle del mismo nombre en Buenos Aires y todo parecía tan nuevo, tan propio. Comencé a empoderarme rápidamente del espacio, encendí una Nag Champa, saqué el Buda que me regaló Fran para el viaje, ubiqué mis cosas en el ropero (porque es un ropero, no un closet. De esos antiguos, robustos, con un bello espejo en el centro) y disfrututé. Al rato partí a recorrer y reconocer el barrio, el supermercado judío de abajo y otro de los chinos ubicado a dos cuadras (varias familias de ambos orígenes se dedican a multiplicar estos boliches en cada barrio porteño), la farmacia, la plaza, los cafecitos, calle Pueyrredón.
Al regresar, otra vez la sensación de vacío fuerte emanada de la mente que traicionaba mis ganas de dar este paso. Nuevamente tuve un flashback con Inglaterra. Me trasladé al día en que tuve que salir de Nottingham rumbo a Cheltenham, luego de dos semanas de llegada. Hasta ese entonces había trabajado en el centro de vacaciones de adultos discapacitados, pero como era transitorio tuve que moverme a la otra ciudad para comenzar mi pega en el National Star Center. Evoqué por supuesto aquella sensación que te provocan las cosas nuevas. Incertidumbre, curiosidad, apretón de estógamo, todo de una vez. Me rendí en esa imagen y torpemente no traje a la memoria, sino hasta ahora, los días siguientes a ese episodio que fueron el inicio de una bella, plácida y sincrónica experiencia.
Así las cosas, el sueño tardó en venir la noche del miércoles. Sobre todo porque mi habitación da a calle Córdoba que es una avenida muy transitada. Es como vivir sobre Alameda o, más bien, como en el departamento que habité con mis hermanos en Diagonal Paraguay.
Todo el stress que provocan los cambios se manifestó en un molesto resfriado que me mantuvo congestionada y con el pecho obstruido.Y por supuesto comenzaron las dudas, la mente trabajó hasta la mañana del jueves. Que agotador! Hasta que me levanté y partí a mi clase de Kundalini. Que bendición! A diferencia de lo vivido en Inglaterra, ahora me siento más plantada, con más herramientas, con otra consciencia, lo que me ayuda a superar estos transes de forma más natural y fluida. Surpreet, mi instructora, es muy generosa y me regaló una meditación para equilibrar el organismo y superar el stress y la dualidad. Trabajando con esto y evitando en definitiva dejar espacio al miedo, me dediqué a aprovechar mi lugar. Estudié para el posgrado durante toda la tarde, releyendo a García Canclini (uno de los teóricos favoritos en la época de la universidad y que ahora reaparece como bibliografía recomendada). Escuché mi música, leí algunas noticas de Chile. Fue un gran ejercicio, pues la cabeza seguía sugiriendo rendición. Luché, luché y resistí hasta que llegó la otra clase de yoga que tuve en la tarde, esta vez de Ashtanga. Y una vez más..bendición! es impresionante como la vida me hace cariño con estos gestos y las oportunidades que pone en mi camino. Creo que como recompensa al esfuerzo, todo se abrió nuevamente. Me encontré con un grupo agradable de seres humanos y una clase fenomenal.
De ahí, con la cantidad de energía que tenía partí a la Feria del Libro de Buenos Aires, pues ayer era gratis y quería aprovechar de reconocer el territorio. Casi muero de felicidad, es el paraíso mismo, quería comprar todo y además cada libro que encontraba en la ruta me hablaba de algo, de alguien. Lo primero fue Carlos Castaneda, por supuesto, con "Una realidad aparte", libro que sigue a "Las Enseñanzas de Don Juan", mi biblia en el otro viaje. Como si se tratara de un mensaje "llévame, llévame y léeme- me decía"- y como no!?, si el relato profundiza en esta idea de la permanente lucha consigo mismo, con la mente, con los propios temores que construyen una realidad paralela e incómoda. Luego, "Mujeres que aman demasiado", Galeano y "Los Espejos". Comics por montones de vampiros y otros típicos personajes argentinos, libros de mandalas, yoga. Desde el stand de la cámara chilena del libro, aparecía Maturana con "El Sentido de lo Humano" y "Amor y Juego". "Fundamentos olvidados de lo humano". En otro sector decenas de autores relacionados a cultura y gestión, cultura y masas, cultura e identidad...Quería todo! Y entre medio, sonaban tambores de batucadas y otras tantas expresiones artísticas que aparecían de vez en cuando. Regresé cerca de la 1 agotada, pero feliz, el cielo volvía a ser mío otra vez y yo había vencido al enemigo. Y como condecoración a la prueba superada, un grupo de brasileros me invitó a tomar un vinito en la cocina de la hostal. Jóvenes que escuchaban a Seu Jorge y que agradecieron mi entusiasmo por él. Dormí perfectamente, rico, profundo.
Y el resfrío que pintaba para tiempo? Desapareció! Desperté al día siguiente sin ningún síntoma. Un record, los mocos más cortos de la historia.