jueves, 16 de diciembre de 2010

La pena que vale

La pena que vale es la que aparece con la claridad. El dolor ciego es un apego, un capricho de la memoria que fabrica un falso sentido de pertenencia, de propiedad.
La claridad es lo único que construye verdades libres (con derecho a retractación).
Perfiero la claridad aunque duela, porque es la única pena que vale más allá de la ilusoria pérdida
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viernes, 3 de diciembre de 2010

En estado de arte, la belleza

La belleza tiene espíritu libre e inocente. Es simple, inútil, pero imprescindible. Es fractal cuando se trata de consciencia. Se repite a sí misma en iguales dimensiones, estructuras y formas. The shape. The line.
Pocos, supongo, pueden agradecer vivir en estado de belleza constante, que no significa estado de belleza permanente e imperturbable. Para vivir en belleza constante se requiere de la sombra, el vacío, la uniformidad, todo esto a veces no tan bello, pero bello al fin.
Vivo por fortuna, destino u obcecación en estado de arte, que es belleza. En la virtud de la sincronías perfectas, orquestadas en qué se yo que orden supremo.
Mi vida es resultado de decretos antiguos. Sueños tan lejanos que olvidé en este presente donde, finalmente, se materializan. Y en este ahora, los recuerdo.
Quise yo un día conversar de ciencia y arte con el astrónomo pintor, músico, poeta y dibujante del viejo continente. Y ahi resulté yo, conversando esta noche alrededor de un malbec y un volcán de chocolate con el ente inspirador que se vuela con los astros, se apasiona con las partituras y sus pulsares, que casi llora por su hija. Ahí, esta noche estuve yo, constantando una vez más que con lo dicho bien puedo construir realidades con pinta de imaginario, pero realidades tan concretas como mágicas, al fin.