miércoles, 13 de junio de 2012

Días de lluvia

La lluvia se instaló en Santiago. Me gusta ver cómo varios paraguas de colores quiebran el gris del día. Es una imagen reciente en mi historia. De chica nunca tuve ni usé un paraguas, porque en Tierra del Fuego y Punta Arenas no sirven de nada.
Recuerdo que un día de típica lluvia magallánica, cerca de los 12 años, salí de clases y en la mitad del camino un auto pasó por al lado y salpicó toda el agua que pudo desde una poza abultada en la esquina de calle Bulnes. La sensación es de haber quedado empapada. Mojado el escolar abrigo azul de lanilla, mojados los calcetines, zapatos y hasta los calzones. Llegué llorando a la casa, creo que por impotencia, por frío y porque sentía que mis papás eran unos desconsiderados al dejarme sola ante las inclemencias del clima. Sí, era bien regalona yo.
El segundo recuerdo es de Cheltenham. Al terminar mi turno en el National Star Center cerca de la media noche, comencé a cruzar el el terreno del instituto desde la acomodación dónde trabajaba hasta chapel flat, dónde vivía. La lluvia abundante caía en diagonal sobre el césped y yo caminaba bien enfundada en la parca negra tipo michelini, comprada en los chinos del pueblo. "Quien me manda a Inglaterra a cuidar adolescentes especiales en invierno", me criticaba. Pero al rato llegaba a casa y encontraba en la cocina a Fer o Marisa, a Juman y Manu, alrededor de un vino, comiendo pastas, escuchando a Silvio o a los Stone Temple Pilots. Fumando tabaco. Aún extraño el tabaco en los días de lluvia. Aún tengo ganas de tabaco en días de lluvia.
Y el tercer recuerdo es, precisamente, de un cigarrillo encendido al lado de la estufa de la cocina del Hostel Córdoba que estaba muy bien instalada en la azotea del edificio. El cigarro, el computador en la mesa, el mate o el café con leche y las amplias ventanas que dejaban ver como el cielo de Buenos Aires se caía a goterones sobre la ciudad. Esas lluvias sí las disfruté, aunque a veces duraban muchos días y al cabo de un tiempo terminaban por aburrirme
Hoy, es bonito ver como los paraguas de colores quiebran el gris del día.