viernes, 13 de septiembre de 2013

Cambio de piel

He tenido una vida feliz. Los dolores (ni pocos ni intrascendentes) sólo han sacado más lustre a esa felicidad, construida a punta de encuentros, tertulias, canto, familia y amor.
Anoche, a las 11:35 pm, comencé la vuelta al sol número 37 con mis hermanos y hermanas en casa, los de sangre y los escogidos en el camino. Con Puran. Con recuerdos de Loreto y la leonera. La rueda del auto que mis hermanos envolvieron con papel de regalo para decirle al papá que se había salido del pequeño Daewoo Tico usado como 4x4 en las dunas. De los cortometrajes dirigidos por Pablo y actuados por un Felipe de 10 y un Ignacio y Mauricio de 6 años. Con un Benja de 3, espantado por las pascuences que se bañaron desnudas a las 8 de la mañana en la piscina de la casa. Con el canto de Manuel, Nano, de Silvio. Como antes, como siempre.
Ya he cambiado mi piel. La serpiente que me habita, alada y con más pinta de Ave Fénix me hizo resurigir de las cenizas con más fuerza, con más vida, pero reinventada. Es imposible ser la misma de antes. Hoy comienzo el ciclo con una nueva versión de mi misma, dispuesta a ser explorada para descubrir nuevos desafíos, nuevos límites, aprendizajes y también nuevos dolores abiertos a enseñarme lo grande y lo profunda que es mi felicidad.