lunes, 13 de mayo de 2013

La ida y la vuelta

Las calles que recorrí,  el acento que resistí, el olor a humedad, los paisajes que incorporé como referencia. El puesto de la esquina, el restaurant vegetariano, el paseador de perros, el mate de las 10 y el otro de las 3. El camino que lleva al rosedal, la calle Thames y el café de la esquina con su tostado de tomate y queso. Ese que fue el primero dónde cruzamos palabras con Daniela y desde dónde vimos a un tipo con pistola en mano que corría tras haberla descargado, mientras nosotras, ¡justo, justo!, hablábamos de la seguridad de la ciudad.
El letrero que dice "Juncal" y los recuerdos que aparecen de las idas al cine, los -4 de temperatura que me hicieron tiritar. El departamento pequeño al lado del Delicity ahí en Godoy Cruz, dónde alguna vez desayunamos. Y mi boina tejida de lana blanca que perdí en algún taxi. El jardín de los gatos y el comienzo de todo.
Las caminatas eternas y solitarias por el Abasto. Las idas y venidas desde Bulnes con Charcas hasta el hostal, y de Aguero hasta calle Córdoba y de ahí hasta la 21 de mayo, Carlos Pelegrini o cualquiera del down town.
La conversación con Rejane en la cocina un día de trópico en medio de un  agosto helado. Las mujeres corriendo con los lobos.
La sensación de liviandad y libertad, de magia y de hogar. Buenos Aires como mi desierto en el norte de Chile.