miércoles, 6 de noviembre de 2013

El nacimiento

Vivíamos en Isla de Pascua, pero la calle principal era el paseo peatonal de San Pedro de Atacama. Por el costado sur habían puertas por donde entraban mujeres preñadas. Eran extraterrestres que prestaban sus vientres a chilenas estériles.
Un colega periodista y yo armábamos unos bolsas reciclables con pañales de género, manuales y otros insumos de apoyo para la maternidad. Repartíamos cada una de estos souvenir a cada mujer que atravesaba la frontera.
De pronto un isleño semidesnudo me preguntó si tenía FaceTime. Le digo que no, pero el colega periodista me desmiente. El isleño me mira ofendido y le explico que lo que tengo es skype. Me volteo y en el camino me encuentro con una extraterrestre que no está embarazada. Es quien me dará sus óvulos extraídos de un salar de Marte para que yo misma pueda experimentar el estado de gravidez. La miro y luego ingreso a una casa que tiene la puerta abierta. Adentro, mi mamá toca una campana y anuncia con euforia que ha nacido un varón. Me entero que es el único entre todas las nenas dadas a luz. Me veo de perfil sobre la cama, con cara de parturienta primeriza. A mi lado izquierdo, de pie, Puran sostiene entre sus brazos al recién nacido. Lo mira con emoción, asustado, pero desbordado de felicidad. Desperté.