lunes, 30 de agosto de 2010

Herida de bala

Amanecí con mi cuerpo destrozado, adolorido, casi incapaz de movilizarse. No pude ocupar la bicicleta, me cuesta subir escaleras. Siento náuseas, mi estómago apretado. La cabeza bombea fuerte, zumba....zzzzzuuuumba. Mis ojos hinchados ¿te sientes bien? me preguntan en el trabajo y yo digo "más o menos, parece que me voy a resfriar". Y es probable que sí. Seguro que el virus de la influenza (o en este caso de la influencia) me atacó en 24 horas, justo después que me hirieran de bala a la 1:30 de la madrugada del domingo. El revólver se disparó desde una lengua inocente y el proyectil dio justo al centro de mi corazón, desangrándolo, rebanándolo en pedazos, desvaneciéndolo. Sin corazón bajan las defensas, obvio. Mi cuerpo es víctima de eso.

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