lunes, 14 de mayo de 2012

De vuelta

Una casa perfecta, un proyecto de familia, un compañero buscado, conseguido y conquistado. Una idea bien terrenal, pero igual de mágica de lo que es vivir en pareja. La decisión de amar, ser fiel, armar panoramas de a dos, en vez de organizar arrancadas individuales a otras capitales o pueblitos perdidos en el norte. La vida constante y estable, tranquila, sin grandes intensidades. No hay periodos eternos de soledad en los que quieres morirte porque NAAAADIE te quiere. Tampoco el vértigo que provocan los periodos de buena racha, cuando la cacería es certera, fecunda y el coqueteo llega más lejos que a la pura insinuación.
Todo lo esperado y anhelado versus las ganas "irreseteables"  y amenazantes, cada tanto, de seguir viviendo en total libertad.
La ilusoria idea de que todo tiempo pasado fue mejor es pendeja, pero creíble. La pulsión de la huida me inquieta. Es como tener ganas de hacer, cada tanto, un paréntesis en la nueva vida ordenada y purificada. Volver a la juerga, al vicio, a las salidas nocturnas. El dejar todo y largarse de ciudad, de acompañante, de trabajo, de orden establecido. Dejar todo y largarse a diario. Noche tras noche.
Cambiar el abrazo, solo de vez en cuando, que te contiene y te calma por el esquivo y vacío abrazo pasajero.Cambiar sólo por instantes la certidumbre de saber quien te amará mañana con tales caricias, con ciertas palabras, por la duda de si tendrás un beso al final del día. Cambiar lo que siempre soñaste, por lo que ya no tienes. Que estúpida es mi humanidad.


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