viernes, 15 de octubre de 2010

Mi belleza es intensa

Estoy segura que Nano tiene pena del corazón. Mientras sigo pensando cuál es la fórmula para sacarse al otro de la piel, él discursea entre nota y nota sobre la partida, el desencuentro, el pasado abierto sin presente. "Lo que antes tu me diste, lo que algún dia en mi viste ya no está", rasguea. Y en paralelo Chinoy le canta a su Klara sueca, que está en Suecia, lejos de su Valpo.
Nano me hace llorar, Chinoy moviliza mi ira. Ambos me conectan con mi intensidad, porque son sus espejos.
Tanto he culpado a mi yo intenso del exceso de desamor y abandono que he perdido la perspectiva de su belleza. Y hoy, al ver la puesta en escena de ambos músicos, caí en la cuenta que no hay belleza sin emoción bien vivida.
Alguna vez dije no me arrepiento de ser flor. Tampoco de ser una flecha pintada de arcoiris en movimiento constante. Mi eje se mueve hacia todas las direcciones, aunque al frente exista precipicio, aunque una vez arriba me de vértigo y me maree. No puedo evitar desplazarme.
Reivindico mi intensidad, porque es pura y honesta. No ha sido inventada ni aprendida (la intensidad es, no se hace). Fui parida en ella, soy una representante de su ímpetu y energía.
Intuyo que rindíendome a esta naturaleza lograré convertirme en otra "Klara" para un otro cantor, en suspiros declarados, en promesas cumplidas, en víctima agraciada de la sorpresa constante y las invitaciones cautivas.
No soy presa de mi misma, soy libre de ser todo lo que soy y más allá. Y mañana al despertame declararé esta independencia.

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