lunes, 14 de septiembre de 2009

Celebración

El sábado comenzó con clases en Flacso, saludos de compañeros de aula y un almuerzo con Mauro y Pancha (mis amigos chilenos del posgrado), Paloma y Kari (las socias porteñas). Brindamos a la salud del festejo, los afectos, la vida buena que nos ha tratado a todos bien en estos meses.
En casa me encontré con una veintena de correos electrónicos, demostraciones de cariño de gente cercana e insospechada que abrigaron mi 12 de septiembre. Tras un chequeo rápido partí a la jornada de meditación en Yoga Sadhana, luego a comprar los insumos para la noche: paltas y tomate del guacamole, nachos, el tradicional queso filadelfia con soja y sésamo, galletas, maní, birras por supuesto.
En el hostel la mayoría de los chicos y chicas estaban en plena celebración, calentando motores con algunas cervezas. Rejane y Glaucia me ayudaron a preparar la merienda y de a poco se fueron sumando todos nuestros "convivientes". Fue mágico. De tanto en vez veía aparecer en escena a mis hermanos, a Dani con quien había hablado por teléfono unas horas antes. A Karin, Marianella, Juanito y Pao, a Puran. A la Canelo con su "hola gordis, feliz cumpleaños" y a la Naty con el "amiga liiiinda, feliz cumpleaños, que se le cumplan todos sus deseos, sobre todo los más oscuros y ricos (RISAS)". Hoy supe que Marita celebró esa noche sus treinta y algo con parte del grupo y que durante varias veces brindaron a mi salud. ¡Que sutil y eficiente es la comunicación a través del pensamiento.
De pronto, los chicos brasileños comenzaron el cumpleaños feliz en portugués mientras una de las tortas- que habían comprado como sorpresa- brillaba con una vela que parecía un cohete. O quizás una estrellita, esos antiguos fuegos artificiales con los que jugábamos en cada año nuevo magallánico. Creí que gracias a la vela en cualquier minuto saldríamos todos eyectados hacia el cielo y tal vez de alguna forma lo logramos. Fue quizás la metáfora perfecta para cerrar el año. Un viaje comunitario al universo, tras el periplo personal.
Entre celebración, yo sólo podía sentirme agradecida. Muchas veces he repetido a mi gente que el camino jamás se hace solo y que cada una de sus presencias ha contribuido a mi actual estado de plenitud. A alcanzar las metas ideadas, a avanzar en el aprendizaje, a llenarme de amor y vivir la experiencia desde ese espacio.

Al día siguiente el canto coronó la celebración con una nueva tocata en La Catedral. Fue perfecto. Salí cerca de la 1 de la mañana, por lo tanto ya quedaban más bien los amigos y los paisanos que aparecieron esa noche. Fue íntimo. Como dice Manuel García fue como estar en el living de la casa. Un casa grande, muy grande que se traslada conmigo de latitud a latitud, arreando afectos, sumando energías, cantando, cantando.

1 comentario:

  1. ¡¡¡¡¡Maravillosos 32!!!!!, no se mueran nunca en ese cuerpo frágil de mi amiga preciosa, que bien los ha sabido llevar, con rabias, penas y alegrías, sobtretodo muuuchas alegrás.

    Felicidades.

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