jueves, 10 de septiembre de 2009

No me arrepiento de ser Flor


En septiembre del año pasado, mi papá me dijo en referencia a mí y mi grupo de amigas "ustedes escogieron un camino distinto, nunca antes transitado, por eso ha sido más largo, más lento, con más tropiezos. Pero estoy seguro que de igual forma llegarán al objetivo final".
Creo que durante los primeros 30 años de mi vida mi objetivo estuvo siempre asociado a la consecusión de la felicidad y el amor. Para ello probé múltiples medicinas: me involucré en relaciones varias, congregué a un importante grupo de amigos, me dediqué a mi carrera, a salir al menos una vez por semana a algún bar de Bellavista primero, Ñuñoa después, a coleccionar cosas para vestir mi casa, a aprender a aprender a desenvolverme en la vida con carácter, a experimentar la vida como mujer independiente, a viajar. Las medicinas me hicieron sentir bien en un momento, me entregaron la alegría momentánea, el placebo, de creer que aunque faltaba unir ciertos cabos en mi historia, el juego siempre resultaba a mi favor y que por lo tanto no me arrepentía de lo experimentado. De los logros (aparentes) ni de los fracasos (absolutamente aparentes también).

El último año me ha enseñado que la felicidad y el amor es una consecuencia y no un fin. Que para llegar a ellos es necesario adquirir una actitud de vida, consciente, que se desprende del autoconocimiento. Que la clave está en descubrir quien soy y abrazar amorosamente tanto mis fortalezas como mis debilidades. No estoy ni cerca de este objetivo. Más bien lo que he logrado durante estos meses es limpiar, vaciarme, desprenderme de lo inútil, de la autoimagen fabricada a punta de ideas sobre mí misma.

Estoy en punto cero, al inicio del verdadero camino, en una reconstrucción tan profunda como sutil. Me siento niña otra vez en la inocencia, adolsecente en la pasión, mujer en la decisión. Ser humana consciente. Sin embargo, sólo tengo una vaga idea de mí misma y eso, sin buscarlo, me ha hecho durante este año inmesamente feliz. Porque está todo por hacer en mí, todo por conocer, todo por descubrir. Sorprenderse de sí mismo es el mejor regalo que puede ofrecerte la vida y frente a ello no puedo sentirme más que bendecida y agradecida.

Y como reflexionó Osho alguna vez:
"La semilla no puede saber qué va a suceder, la semilla nunca ha conocido la flor. Y la semilla no puede siquiera creer que tiene el potencial de convertirse en una hermosa flor. El camino es largo, y siempre es más seguro no recorrer ese camino porque el trayecto es desconocido, nada está garantizado. Nada puede ser garantizado. Mil y uno son los riesgos del camino, son muchos los escollos – y la semilla está segura, escondida dentro de una dura coraza. Pero la semilla lo intenta, hace un esfuerzo, tira la dura concha que es su propia seguridad y comienza a moverse. Inmediatamente la lucha comienza: la lucha con la tierra, con las piedras, con las rocas. Y la semilla era muy dura y el brote será muy, muy suave y los peligros serán muchos. No había peligro para la semilla, la semilla podía haber sobrevivido por milenios, pero para el brote los peligros son muchos. Pero el retoño emprende hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué. Enorme es la cruz que ha de cargarse, pero la semilla posee un sueño y la semilla se mueve".

Este ha sido el mejor año de mi adultez, si no el de mi vida. Pues he nacido de nuevo y hoy no me arrepiento de ser flor.



1 comentario:

  1. Que bello amiga, no me canso de leerte. Cada vez que escribes algo desde lo más profundo de tu ser y enredado de tanto en tanto con tu razocinio, me siento poco a poco identificada... así como dijo tu padre, como lo define Osho, como lo han vaticinado un millón de personas, incluso nosotras mismas, el camino es largo y duro, por eso hay que chuparlo (ja, ja)... no, retomando, lo sabemos, lo elegimos y no pretendemos vivir de otra manera, si no es manteniendo desafíos constantes... de otra forma el universo, las energías de tantos atrás nuestro como padres , amigos, hermanos, etc, etc... serían en vano..
    Un beso.
    Te adoro.

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